La hipertensión arterial (HTA) se produce por el aumento, sostenido en el tiempo, de la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias.
Es una enfermedad que generalmente no da síntomas y, si no se diagnostica y no se trata, provoca frecuentemente complicaciones graves como el infarto de corazón, el accidente cerebrovascular o la necesidad de diálisis por daño renal.
¿Cómo se hace el diagnóstico?
La única manera de detectar la HTA es mediante su medición con un tensiómetro y en condiciones adecuadas. Se considera cuando el resultado de la máxima es mayor o igual a 140 y/o la mínima a 90.
Recomendaciones:
- Medir la presión arterial por lo menos una vez al año.
- Al medirla estar relajado, no haber comido/bebido ni realizado deporte por lo menos 30 minutos antes.
- El brazo debe estar libre de opresión.
¿Cómo afecta la presión arterial elevada?
El corazón, las arterias y los riñones realizan un sobreesfuerzo adicional, lo que aumenta el riesgo de:
- Insuficiencia renal.
- Infarto cerebral.
- Infarto de miocardio.
- Insuficiencia cardiaca.
- Hipertrofia del ventrículo izquierdo.
- Relajación disminuida del ventrículo izquierdo.
- Dilatación de aurícula izquierda.
- Fibrilación auricular.
Si la hipertensión arterial se acompaña con obesidad, tabaquismo, hipercolesterolemia o diabetes, el riesgo de padecer infartos cerebrales y de miocardio se multiplica.
¿Cómo prevenirla?
- Realizá actividad física para protegerte: Hacer ejercicio fortalece tu corazón. Ello permite bombear con menor esfuerzo y disminuir la presión sobre las arterias. Aprovechá y usá las estaciones de salud de tu ciudad para mantenerte activo.
- Descansá bien.
- Llevá una dieta saludable.
- Reducí el consumo de sodio.
- Evitá fumar.
- Moderá el consumo de alcohol.
- Medí de manera regular tu presión.
La hipertensión arterial no contagia, pero daña más que un virus.