El VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) es un virus que ataca el sistema inmunológico, debilitando la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y enfermedades. Si no se trata, el VIH puede progresar al SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), una etapa avanzada de la infección en la que el sistema inmunológico se encuentra gravemente comprometido.
Aunque no existe una cura definitiva para el VIH, gracias a los avances médicos, muchas personas pueden llevar una vida larga y saludable mediante el tratamiento adecuado.
La prevención del VIH es fundamental para reducir su transmisión. Algunos de los métodos más efectivos incluyen el uso correcto y consistente del preservativo, el conocimiento del estado propio y de la pareja, y el acceso a programas de educación sexual. Además, existen opciones de profilaxis preexposición (PrEP) para personas en alto riesgo, que consiste en tomar medicamentos preventivos. Realizarse pruebas de detección de forma regular y evitar compartir agujas o materiales de inyección también son prácticas esenciales para prevenir la propagación del virus.
La concientización sobre ellas es clave para reducir el estigma y promover un ambiente seguro para todos. Las pruebas de detección regulares, el acceso a la educación y la eliminación de tabúes en torno a la enfermedad son pasos importantes para fortalecer la prevención y mejorar el acceso al tratamiento.